Imagen de Roland Doe |
El exorcismo de
Roland Doe refiere a los acontecimientos en torno a la supuesta posesión
demoníaca y exorcismo de un niño estadounidense ocurridos a finales de la
década de 1940. Roland nace el 1
de junio de 1935 en el seno de una familia luterana de origen alemán. Durante
la década de los 40 la familia vivía en Cottage City, Maryland. Según Allen,
Roland era hijo único y sólo jugaba con los adultos de su casa, principalmente
con su tía Harriet, quien lo trataba más como a un amigo que como sobrino. Esta
mujer una espiritista lo introdujo en el juego de la ouija y el niño se
interesó. Cuando él tenía 13 años su tía muere en St. Louis y varios libros
presumen que Roland trató de contactarla a través de la ouija.
De acuerdo al
libro de Allen, la actividad paranormal comenzó poco después de la muerte de la
tía Harriet. Se trataba de sonidos de
pasos, crujidos de pies y otros ruidos extraños, muebles que se movían solos, olor
a excremento en toda la casa, luces que se encendían y apagaban por sí solas, y
objetos ordinarios como un jarrón se suspendían o levitaban, una imagen de
Jesús se sacudía en la pared como si estuviera siendo golpeada por detrás y, en
una ocasión, un recipiente con agua bendita que estaba cerca suyo se estrelló
contra el piso. Fueron nueve sacerdotes junto a treinta y nueve testigos los
que firmaron los escritos eclesiásticos finales que documentaron la experiencia
de Roland. Además, cuarenta y ocho compañeros de clase atestiguaron sobre
acontecimiento escalofriantes sucedidos en torno a Roland mientras se
encontraban en la escuela, entre ellos, la ocasión en que su escritorio empezó
a moverse hacia el pasillo chocando contra otros objetos.
La asustada
familia acudió a su pastor luterano, el Reverendo Luther Miles Schulze. De
acuerdo al informe del Reverendo Schulze para el diario The Evening Star
(Washington) el niño fue examinado por médicos y psiquiatras que no pudieron
ofrecer ninguna explicación a los perturbadores hechos que estaban teniendo
lugar. Schulze acordó con Roland para pasar la noche del 17 de febrero en su
casa, con el fin de observarlo. El muchacho dormía en una cama grande cerca del
ministro, quien alegó haber sido testigo de sucesos extraños durante toda la
noche. Reportó que en la oscuridad oyó vibraciones de la cama y rasguños en la
pared un pesado sillón en el que el niño se había sentado se inclinaba y
terminó por caerse, una pila de mantas sobre las que el niño yacía se elevaba y
movía alrededor de la habitación, golpeando a la gente en la cara. El Reverendo
concluyó que había algo maligno en torno a Roland y decidió que un exorcismo de
rito luterano debía practicarse.
De acuerdo con la
historia tradicional, al niño se le practicó, en primera instancia, un
exorcismo bajo el auspicio de la Iglesia Episcopal (Anglicana) y luego se
remitieron a Edward Hughes, un sacerdote católico, quien después de examinarlo
en la Iglesia de St. James lo trasladó
para exorcizarlo al Hospital de la Universidad de Georgetown, una institución
jesuita.
Una vez iniciado,
el ritual debió ser suspendido ya que Roland provocó al pastor una herida que
requirió de sutura. En consecuencia, el niño regresó al hogar con su familia.
Luego, a partir de la aparición de extrañas ronchas en su cuerpo, como la
inscripción con sangre de "St.Louis" en su pecho (lugar donde la tía
Harriet había muerto), sus familiares desesperaron y tomaron el tren de regreso
a St.Louis. Estando en la ciudad, su primo se contactó con uno de sus
profesores de la Universidad de St. Louis: el Rev. Raymond J, Bishop, quien a
su vez habló con el Rev. William S. Bowdern, un hombre vinculado a la academia
de la Iglesia. Ambos curas visitaron a Roland en casa de sus parientes y allí
notaron su aversión por todo lo sagrado, su voz gutural, una cama que temblaba
y objetos voladores. Fr. Bowdern solicitó el permiso del arzobispo para
expulsar la plaga de demonios que poseían al muchacho. La autorización fue
concedida con la exigencia de que Bowdern estuviera a cargo, que no revelara el
lugar y que llevara una crónica detallada de los hechos.
Antes de comenzar
con el ritual, Fr. Walter Halloran fue convocado por la sección psiquiátrica
del hospital para asistir a Bowdern. El Rev. William Van Roo, un tercer
sacerdote jesuita también acudió en ayuda de los demás. Halloran afirmó que
durante el episodio palabras como “mal” e “infierno” junto a otras marcas
aparecieron en el cuerpo del joven, quien además rompió su nariz durante el
proceso. Se realizaron treinta exorcismos durante varias semanas y, finalmente,
cuando el último ritual estuvo terminado, todos fueron testigos de una especie
de ruido muy intenso (como el de una escopeta o un trueno) que abandonó el
hospital. Luego de los rituales, la familia jamás volvió a tener problemas y
regresó a su hogar. El chico se convirtió en un hombre exitoso, felizmente
casado, con hijos y nietos.